Este año, entre el 17 y el 18 de marzo, se celebra una de las festividades más icónicas de la India. Una fiesta en la que participa toda la población, sin importar género o casta, y que consigue que miles de personas se vuelquen a las calles para lanzarse polvos de colores brillantes como símbolo de felicidad dado el fin del invierno y la llegada de la primavera, tratando de imitar los alegres colores de las flores que nacerán durante la futura estación. Es el Holi, el festival de los colores, una fiesta que no deja indiferente a nadie. Un momento mágico, de alegría, diversión, música, bailes y, sobre todo, cargado de mucha espiritualidad, ya que durante la víspera del festival se encienden hogueras como ilustración de la victoria del "bien" sobre el "mal". La fiesta da el pistoletazo de salida durante la última luna llena del mes lunar hindú Phalguna, el undécimo mes del calendario (entre finales de febrero y mediados de marzo). La primera noche es conocida como la del "Holika Dahan" o Chhoti Holi, y se celebra con la hoguera que simboliza el triunfo del "bien" sobre el "mal". La gente realiza fogatas gigantes y canta y baila toda la noche alrededor del fuego. El día siguiente (18 de marzo) es el que se conoce internacionalmente como Holi, aunque también se le llama Rangwali Holi o Dhulhendi. Es el día del estallido de colores en el que se lanza el polvo o gulal. En la mayoría de poblaciones indias y nepalíes se concentran personas de diferentes castas, clases sociales, religiones y edades con el único objetivo de divertirse. La victoria del bien sobre el mal Una de las leyendas que explica el origen de esta tradición es la de Holika, la malvada hermana del rey Kashipú y
Este año, entre el 17 y el 18 de marzo, se celebra una de las festividades más icónicas de la India. Una fiesta en la que participa toda la población, sin importar género o casta, y que consigue que miles de personas se vuelquen a las calles para lanzarse polvos de colores brillantes como símbolo