María lo tiene claro. Cuando le pedimos que nos de un titular sobre su experiencia de voluntariado en África, sin dudarlo ni un segundo responde “África me ha cambiado la vida”. Maestra de profesión, decidió hace 3 meses retarse y saber, de primera mano, si sería capaz de aportar algo bueno en la escuela de Arusha dónde estaba a punto de aterrizar. Y claro que lo hizo. Lo que no sabía es que esta experiencia le iba a proporcionar a ella mucho más. María con los alumnos de la escuela de Arusha donde ha colaborado. En África, pero como en casa Hogar de más de 120 grupos étnicos, desde el Serengeti hasta el Archipiélago Zanzibar, Tanzania es un lugar único donde vivir una experiencia de este calibre.Nos cuenta que al principio, como todas las grandes cosas, la experiencia le daba miedo. “Tenía prejuicios. No sabía lo que me iba a encontrar.” De hecho, nos relata que el primer día fue un choque con la realidad. María estaba a más de 9.000 kilómetros de España, y eso era innegable, pero la gente le hizo sentir como si estuviera en casa. “Con ellos me sentí tranquila y confiada. Son muy abiertos. Muy serviciales. Te dan todo lo que ellos tienen. Todo su amor”. Y es que los tanzanos son así. Con esta experiencia, buscaba descubrir un nuevo país y conocer, sobre todo, a su gente. Y ahora María cuando piensa en Tanzania se acuerda de Sibilina y de Beauty, dos profesoras entregadas y dispuestas a todo, y de Brightness y Good Luck, algunos de los niños que le robaron el corazón. Aunque reconoce “no poder elegir” a una sola persona.“He creado lazos muy bonitos con la gente con la que he compartido la experiencia. De hecho, mantengo el contacto con ellos. Los locales me
María lo tiene claro. Cuando le pedimos que nos de un titular sobre su experiencia de voluntariado en África, sin dudarlo ni un segundo responde “África me ha cambiado la vida”. Maestra de profesión, decidió hace 3 meses retarse y saber, de primera mano, si sería capaz de aportar algo bueno en la escuela de